El manejo de niños en contexto de hospitalización prolongada es muy diferente del que se le entrega a niños ambulatorios, lo cual se debe, por un lado, a que la gran mayoría han permanecido hospitalizados desde que nacen, y por otro, a que solo algunos reciben visitas regulares por parte de algún adulto significativo (familiar y/o cuidador), lo cual genera que el concepto de mundo (entorno), familia, rutinas, normas, relaciones interpersonales, entre otros, que poseen la gran mayoría de estos niños, se limita a lo que conocen dentro del Hospital.
Desde el ámbito psicológico, se hace fundamental la intervención con los niños, y desde este ámbito, se trabaja en un proceso terapéutico permanente y reforzamiento constante en cuanto a estimulación cognitiva, construcción de una autoestima sólida, refuerzo de normas; de conductas reparatorias (“pedir disculpas”, “el poder de las decisiones” por ejemplo); de “normalización” (conociendo el mundo, aceptación de la condición médica, inclusión del niño dentro del contexto educativo mientras su condición de salud lo permita, entre otros); de contención emocional (angustia, tristeza, frustración, rabia, etc.); manejo conductual y de crisis en torno a ellas; reparación de vínculos (apego seguro, cariño, confianza básica); auto cuidado (respeto por el propio cuerpo y por el de los demás), estimulación y motivación por el juego, de los sentidos, etc.
En el caso del proceso de desarrollo normal del niño que se transforma en adolescente (cambian sus intereses, comienzan a necesitar de otros contextos). Aquí se ha visto una necesidad de contención desde un ámbito distinto, una mirada más adulta, contención directa, desde el dialogo y la comunicación. En el aspecto psicológico, se realiza apoyo desde los siguientes ámbitos: individual (psicoterapia); en contexto social e in situ (con otros niños, con el fin de observar e intervenir “en el momento” sobre las conductas que se necesiten modificar).